Slow Food: 5 ideas para una vida sin prisas

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Es una realidad que comemos sobre el teclado de nuestros ordenadores, en el coche o incluso por la calle. Compramos comida precocinada, algo rápido para llevar o un snack en la máquina de abajo. Tratamos de justificar nuestros malos hábitos con la falta de tiempo, el estrés. Y es que la velocidad nos ha invadido. Sin embargo, hay algo que es irrefutable: lo que comemos, dónde lo comemos y cómo lo comemos está 100% en nuestra mano. Y hay que echar el freno.

¿Cómo podemos hacerlo? ¡Con la filosofía de Slow Food! Desde Bra, en Italia, a todo el mundo. Así nació, a finales de los 80, esta asociación, que en contraste con las bases de la comida rápida, aboga por una vida lejos de agobios y del estrés que comienza por la mesa.

Es más sencillo de lo que parece. Ahí van 5 ideas para iniciarse en el movimiento Slow Food:

  1. Compra ingredientes en tu localidad. Si optas por mercados de particulares en lugar de grandes superficies, además de lograr un producto de mejor calidad, ayudarás a proteger e impulsar la producción local, así como los métodos de producción tradicionales, que suelen ser en consonancia con la naturaleza. Comprar en un mercado es, además, una manera estupenda de aprender sobre nuevos productos o usos de frutas, verduras, carnes o pescados y una actividad muy recomendable para hacer con los peques de la casa.
  2. Evita la comida modificada genéticamente. El movimiento Slow Food se opone al uso de los productos alimenticios que se han modificado genéticamente. Esto se debe a que, al crear una gran área de fuentes alimenticias genéricas comunes, nos arriesgamos a perder la importante diversidad y calidad de los alimentos disponibles en el mundo.
  3. Cultiva tus propios alimentos. ¿Por qué no? La falta de espacio no es una excusa válida. Si vives en un piso pequeño puedes aprovechar el balcón o el alféizar de la ventana para cultivar hierbas y árboles frutales en macetas. Si tienes la suerte de contar con un huerto, planta vegetales según la estación y disfruta de los vegetales más frescos. Es una manera genial de aprender y desarrollar nuevas aficiones además de lograr productos de alta calidad de forma muy económica (punto a tener en cuenta para esta época de vacas flacas). Implicar a los pequeños de la casa en la horticultura es también muy interesante, ya que les ayudará a entender la conexión entre el suelo, los alimentos y su salud, además de ayudarles a ser más responsables y desarrollar preocupación por el medio ambiente.
  4. Educa tu gusto. Una buena materia prima y el mimo y la paciencia en su preparación harán de tus comidas algo excelente. Poco a poco tu gusto irá acostumbrándose a productos de calidad y ese es el mejor argumento contra la comida mediocre y los fraudes alimentarios que en ocasiones encontramos en la comida rápida.
  5. Comparte tus preparaciones. No todos saben o pueden cocinar. Hay gente enferma, discapacitada o simplemente muy ocupada para preparar sus propias comidas con tiempo. ¡Puedes acabar convenciendo a aquellos que aún son escépticos! Recuerda que si no dispones de mucho tiempo siempre puedes congelar tus preparaciones y rescatarlas cuando no puedas cocinar. ¡La falta de tiempo ya no es una excusa!

¿Quieres saber más? Visita la página de Slow Food españa e infórmate de sus iniciativas y proyectos → http://slowfood.es/ 

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